domingo, 1 de julio de 2018

Tejedora de la historia


Tus dedos de tejedora de la historia, 
de piel acelerada por los sueños
trenzan firmes puntos de avena fresca
sobre la confianza del hombre.
ave de pupilas agrietadas 
en la cresta del agua,
tengo en la boca sabor de verde invierno, 
de luna llena, de tres años y algunos minutos,
de lo que siempre suma siete,
tengo en la boca sabor a luz estrechada por los brazos,
a larga contienda que se libra en el suelo,
a lo que entiendo es el amor flexionado por la noche
que admite nuestros rostros respirados,
hay un origen vasto en el tuyo,
por el que el alba retorna puntual
para ver el gesto del sol en violetas recientes,
es tu sangre raíces irrefutables de los caminos,
astronauta de mis venas,
tú y yo somos el poder del tiempo,
los que avivamos la lumbre del universo
con una crepitante confianza,  
hacia ti me llevo con el aire en los dedos
porque sólo a ti te contiene mi médula
porque sólo en ti retorno a la tierra
a un signo, al credo de tus ojos o de tus manos
o de tu boca o a cada resquicio de tu vida,
debe haber sido así como la naturaleza desclavó al prójimo
y lo descoronó de afiladas espinas.
Mi boca ataviada de palabras es un arma contra mí mismo 
que sólo tu abdomen de trigo en brote la transforma en beso.











 







 





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