las buganvilias de color abstracto,
su torso de hogaza y la noche de barro.
Las translúcidas hambres bajo luz dicroica,
otra vez la noche de barro, hormonas en boca,
tras los ojos un poema que se escribe con mascarilla,
con sombras que consiguen el futuro,
ese horizonte de grumos de células
expuesto a los caprichos del designio.
Respiro aire y exhalo roció,
como un animal resignado a su suerte.
En algún lugar estamos juntos,
cazador y presa dejan de lado su condición,
se desprende un humilde aliento de encarnizada candela,
se abre paso entre los dientes que rasgan los labios del pecado,
mezclo piernas y sol para romper la noche
sin fracturar ni un sólo suspiros de fuerza nueva.
sé que mañana no es ni un lugar ni un tiempo.
Sé que hay más, mucho más todavía,
un par de alas que sobrevuelan el proyecto partido
que quiso llevar mi nombre,
alas profundas como el impacto o la travesía,
capaces de arrancarle al silencio la voz que calla,
la soledad no es una vía que mi alma transite,
siempre hay una mirada que desviste y está desnuda,
la tierra siempre será mujer y en el suelo la semilla,
mujer raíz, levadura, sal,
en cada parpadeo oculta y descubre el cielo,
el único que conozco, agua torrente,
camino a desunir cuerpo y encierro,
brote de miel, destello total,
ay caderas, oxígeno templado,
no hay roca más sólida ni bondad mas limpia,
en las piernas se hallan todas las victorias,
todas las pistas, todos los días con sus noches
inicio empapado de la tierra,
ojos germinados con el vigor de las manos
que siembran entendimiento en los surcos de la vida,
roja necesidad que elige en la fronda mi pulso,
sé lo que soy cuando me apropio de la brisa,
mi corazón es la brisa que palpa lo que hay
y lo que hay es nada sino coincide mi vida
con los labios de trigo, de sol, de luna de flores.
