sábado, 30 de diciembre de 2017

2018


Los años enseñan mucho más
de lo que los días nunca supieron,
me he dejado rodar en el precipicio de lo inviable,
me he roto todo lo que pude para llegar al amor
conoces lo que pienso al final de mi torso,
por otro lado tienes mi boca y la ilusión terca
por liberarme de esa parte del designio,
que no contempla el triunfo de la imaginación humana.

Como la poesía, ella es sólo amor,
ha desobedecido las prohibiciones
y se aventuras en el rostro de lo recóndito,
desnuda y elemental como sus ojos,
en ella se repara el error que soy
y se sostiene el acierto que es,
la realidad tiene un propósito,
las palabras se parten contra el aire,
el amor genuino es incontrolable,
en los besos entregados me ido componiendo,
mientras sus cabellos aletean de mis ojos
a donde se hunde el sol lentamente,
encendido cielo de sombras ardientes
de rojo y dorado, de fucsia y naranja.

Obscuras nubes maniobran
sobre la espalda del viento,
aceptar la ternura es darlo todo,
allí crece lo que vale la pena salvar,
en mi no hay mas lugar, ella lo ocupa todo,
el punto impecable donde soy anómalo.

Abre su cuerpo en gotas de luz ambarina
la realidad se extiende desde dentro,
con simples sonidos que lanza su boca
extermina el egoísmo,
oh su rostro no clama
pero sin esfuerzo fascina,
ella entra como un crisantemo amplio
a  perdurar la tierra, jardín, firmamento,
dona en su sonrisa pan de canon,
sostiene en sus manos un poco de locura
que es lo que nos limpia del absurdo mundo.










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