No tengo nada más que tú
viniendo a mi encuentro,
a ese venir lo acompaña
la luna que tiene suspendido
al océano de tus ojos
entre dardos de silicio literario.
Dorado trigo de la tarde
conoces el frente y el reverso
para hacer de uno mismo,
hogaza partida.
Profecías de pétalos en almíbar,
tradición paulatina
de cosas naturales,
somos un solo cuerpo
envuelto en el aroma que emanas
reacción en cadena infinita.
De tus entrañas
manantial fresco,
satisfaces mi sed
junto al silencio del parque,
donde brilla la flor del cosmos.
El mar no sería el mismo
sin las gotas saladas de tus ojos
que lo llenan de tu corazón.
Tu rostro le pertenece al humilde,
al extenuado, al caído.
Yo pido la lavanda dentada
de tus huellas y la riqueza de tu amor.
Yo veo la luz bajo tus párpados
que me viste de claridad,
y me abrigan los versos
que de tus venas brotan,
aún cautivo de mi.
Mi melodía regresa en vendaval
lapso de lluvia bondadosa,
Suena guitarra y voz,
despierta canción azul itinerante
que contigo despertará la aurora.
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