Saboreo los misterios que tus labios
dejan en los míos,
el agua revienta pero no se divide,
en nuestras bocas se unen el animal
del que se aprovecha todo
y el gozo íntimo del eco hasta que crepita,
la brisa sin evasiva se hace llama
dentro de un do de pecho
donde tus apegos y los míos convergen,
nuestro confín no es solamente el confín,
hogaza apreciada por la lumbre,
de tus tobillos remontó la luz que mira
y se propaga como corriente alterna
bajo las cavidades de la piel,
tenía que ser octubre,
la misma carne en la fuente de paz de tus ojos,
el camino de las siete siempre nos lleva al sur
ahí todavía hay inocencia y gladiolos melón,
como tu esencia infalible
tez, cabello y palabra
canta ave con tu voz amarilla,
mi amor no es un vaticinio
es el ardor bregando en el pueblo,
sé que eres no sólo porque tu voz se alza
sino porque en tus manos prospera nuestra morada,
corazón de mi vida de la uva aprendiste a ser amada,
rama y raíz, la vida alcanzó sus frutos
la vida sigue bebiendo y toca tu rostro
un atajo de sangre te dio el relámpago
para que olieras el agua y paladearas la tierra.
Imagen de Victor Bauer
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