lunes, 6 de noviembre de 2017

Como la paloma al nido




Un buen sitio para comenzar
no siempre es el comienzo,
estoy seguro que el premio que he ganado
son tus ojos y más allá de ellos, tu corazón,
tu corazón siempre donante, 
flor aún con dudas florecida,
ante mis ojos estás, rigiéndome,
de los destrozos hiciste la manzana de la entereza.
Con una palabra tuya basta para arder
como sí estuviese en los brazos del sol,
sol de mis sentidos, paz de mis ojos,
a veces hace falta que te subas a tus pies
con todo lo que te has echado a cuestas
y por el caminito ungido de niños y pájaros
desciendas tranquilamente hasta el río
para pintar con tus pestañeos 
la profunda transparencia del agua,
tu color viene de sumergir las semillas que eres,
enorme aliento en la naturaleza,
siempre la unión es en nombre del amor,
esa manera de detener lo que no es vida,
tantas veces te amé sin alusión, sin descubrirte,
agarrados entre la hierba crecida y el viento
que no solo pacifica el mediodía tórrido
sino que te suelta como la paloma al nido
y llena de libertad propagas el amor.



                                   Oleo de Robert Richard
















 

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