Le enseñé a leer en mis miserias
¡cuánto lo amo!
cuánto vale el tiempo dedicado
en la delicadeza del viento
de un instrumento en do mayor sostenido.
Tuve el valor de enseñarle
- aunque
como todos -,
en la dolorosa verdad
de una guitarra distorsionada.
Le enseñé a leer en mis ojos
cuán amargo puede ser el trago
que no me trago.
Tuve el valor de criar un hijo
a
tiempo completo
y
dedicación exclusiva,
le enseñé amar a su madre
como siempre... ausente,
y escribir los cifrados
Le enseñé a llenar vacíos
con las lluvias y los insectos
y arcoíris y piscinas y skate and bike
y numerosas tardes a solas
y muchos viajes a cien kilómetros por hora
y la bajada del camello
y conocer los puntos cardinales
y encender fogatas,
y
resolver ecuaciones
y
mirar las estrellas
y ambos descubrir
cruzan los cielos
los satélites móviles,
y a compartir todo.
¡Confieso que fue difícil!
Le enseñé los Andes profundos,
a llorar de dicha y reír de agotado
le enseñé a curar las heridas
profundas
en el andar clavadas
en pie mi amor herido,
le enseñé a leer en su nombre
el centro del calendario
a ser honesto consigo mismo.
Sin preparación para ser padre
lo intenté y no fue un sueño,
él camina como un templario
de la orden que solo él y yo
sabemos.
sublime mi amigo, testimonio de un verdadero hombre que hizo de su paternidad una autentica vocacion de amor.
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