Guardo los recuerdos
que tejieron un alba
de invierno
en densa neblina,
muy cerca del casuarinas
del molle y el eucalipto,
olía muy sano, sonaba
mejor,
el gato seguía mis pasos
sólo con la vista,
y el pastor belga
no se apartaba de mí,
primero él después yo.
Guardo celosamente
esperanza en mis
bolsillos
bolsillos
honestamente rotos
de hambre, de justicia,
de pausa definitiva,
de hojas vivas,
porque son hermosas
la victoria y las hojas
pero más aún
si están vacías las hojas.
Guardo los silencios
y son varios,
suenan indiferentes
abstractos, abstraídos,
indolentes,
¡Qué importa!
Guardo, aguardo,
atesoro en mí,
como impulso infinito,
de motivación creadora,
los olvidos en una tarde de otoño.
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