Dejé todo lo que había,
el camino no es mio
como está claro que es,
camino sin volver.
La gente, sus caras,
sus casas, la sal de
su tierra
es nueva y yo para ellos también,
la inseguridad es permanencia,
el futuro con sello de garantía
de incierto,
en medio del desierto quedó
me arranqué con fuerza de mí mismo,
sé donde quedaron mis costumbres,
lo que poseí no es más mio,
mis conexiones se
desvanecen,
me aventuro en este viaje del que no conozco
el final como destino,
sin explicaciones, ni preguntas, ni respuestas,
andando sin reparo, la voz profunda llama,
no hubo despedida clara ni derecho a saber
a donde llegara y ando en confianza como si no estuviera
solo, pasa el tiempo hasta que se presente el momento
del que no sé la fecha, ni cuándo será que arribe.
Dejé los cálculos conocidos y por saber,
las medias verdades
con disfraz de certezas,
el aval al que
empeñé mis días,
de felicidad asegurada,
las ganancias protegidas
justificadas por los
medios,
y todo lo que creó mi muerte
antes que venga en mí,
dejé al instante inexistente la suerte,
y al destino, el
instinto, el maravilloso
instinto, que me
permite decir,
qué bueno que no me fui.
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