martes, 18 de agosto de 2015

Entre labios


Me deshice

de cuanto iba sobrando,

fue casi todo,

me quedé con el olor

que desde niño me sigue,

ese aroma del sol de hoy

sobre los hombros.

La inspiración no se carga,

tampoco se recarga ni está a la venta

o se alcanza a comprar.

El mediodía abrasador

es un anticipo de otro niño

que no sabe de cafés.

Quizás te miré para escucharte

en la guitarra que resuena en

las curvas que te semejan.

Incontables veces te amé,

sin notar tus huesos tu carne,

ni escuchar el vuelo de tu voz

en el espacio sideral,

ecos de las estrellas más lejanas

que irradian los síntomas

que se acercan al concepto

de ser feliz a pesar de todo.

Tantas veces te amé

sin conocer tu aliento

ni tu prosa mestiza

tampoco tu código Morse.

Pero yo ya entendía como era.

El minutero anuncia el tiempo

que va quedando,

me fío de los besos

aunque confío en la claridad

de todo lo leído, que no es todo. 

La noche estalló

entre tus labios

donde suelo dejar

este y cualquier otro mundo,

la vida da inicio repentino

donde la gran mayoría

decide estar muerto

con una sonrisa de misericordia.

La noche reventó

entre tus brazos, que advierten

fuerza magnética y gotas de miel,

agudizadas por tu alma transparente.

Ella sabe el cómo y el porqué

e invierte el tiempo

que penetra en la dimensión sin espacio,

cuando roza la piel mi vida se detiene,

y me convierto en el almendro del parque

o en una misiva de Dios.










 



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