Han pasado trece
años del siglo XXI y nuestro mundo cambia de una manera vertiginosa para bien
de pocos y mal de muchos, por todos los rincones las naciones se desangran como
si esto remediara o reconstituyera las relaciones entre los seres humanos, las
conquistas sociales son sólo leyes; mejor dicho, escritos que plasman buenas
intenciones, las brechas económicas se agigantan entre los pueblos, la
globalización es un término que se usa para describir las relaciones de las
multinacionales, con multimillonarios intereses en todos los aspectos de las
relaciones humanas, comunicación, consumo, política, cultura, generando una
desigualdad en el reparto de las riquezas sin precedente en la historia de la
humanidad, globalización que le da a la Tierra el peor de los tratos que nunca
antes sufriera, nuestro planeta ha
albergado a través de los tiempos a
muchas naciones, a líderes de diversa naturaleza con actitudes diferentes, pero
cambió muy poco, esencialmente como humanos no nos alejamos del ego, de la
soberbia, y del a mí que me importa, por más esfuerzo que hicieron y hacen los
científicos por dotarnos de conocimientos para un mejor manejo del medio
ambiente para nuestro beneficio como sociedad, dichos elementos cognitivos se
han bifurcado, han derivado en pura teoría y en los intereses mediáticos que
conllevan en la contaminación de los
mares, de los suelos, de la atmósfera, en la explotación irracional de los
recursos naturales, al extremo que se tuvo que reconocer y explicitar en
Estocolmo a modo de denuncia que para
saciar el hambre de nuestro planeta sería necesario de siete planetas Tierra
para revertir esta situación, esto solo en relación a una necesidad vital, que
por supuesto no es la única ni la más importante, ¿y la vida?
Hoy comparto y
coincido con el profesor Karl Sagan en su reflexión plasmada en PALE
BLUE DOT, a raíz de la última
foto de la Tierra que tomara el explorador Voyager, a miles de kilómetros de
Plutón a su salida del sistema solar, aquella famosa y única foto en el
espectro bidimensional donde se capta a nuestro planeta como un pequeño pixel
color azul en una gran pantalla y que le hace expresar que “que no existen indicios que de
fuera nadie vendrá a salvarnos de nosotros mismos y que tenemos la obligación
moral de llevarnos como especie en mejores términos de lo que nos llevamos
hasta ahora” Creo que es necesario tomar pronto y en serio la
advertencia. - ¿quizás sea muy tarde? -,
Mientras hombres de ciencia y nuestros
literatos hurgan en sus conocimientos y en los de sus antecesores para
convertirse en clásicos, de esos que las generaciones futuras puedan indagar
para nutrirse y alcanzar ser una mejor
persona cualitativamente, en un primer paso y cuantitativamente luego, nuestro
mundo agoniza casi al punto de quitarnos los sueños de permanencia como
especie.
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