Se acabaron las noches
en las que descansaba
a veces de mí mismo
y otras, de quien nunca fui
por voluntad propia.
Se acabaron las noches
en las que hospedaba
rehenes delirantes
del pasado mañana.
Se acabaron las noches
que me acompañaba
con consejeros de muerte
en extensos soliloquios
nunca amenos.
Se acabaron las noches
de fantasmas sin género
ni número, sin amor propio
o ajeno que paseaban
por los jardines colgantes,
donde lo más interesante
era escuchar las tormentas
que jamás llegaron.
¡Se acabaron… finalmente!
Liberador y con gran carga de paz, que sólo produce el suspiro profundo de aquella frase "al fin se acabo". Muy sentido amigo. Me prodiga gran alivio y esperanza.
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