viernes, 31 de julio de 2015

Luz desde el fuego



Eres mi casa de agua,

salpicada con pecas de tierra.

Sucede que no hay medida

para calcular todo 

lo que se convierte en  posible.

Eres la respuesta de: ¿a dónde vamos 

juntos?  La fe en el hombre,

armonía para mis ojos

de papilas gustativas,

edificando con sangre

el derecho a ser libres,

floreciente respiración de oleaje,

pan en gotas de lluvia

el vaho que desocupa hastíos.

La consecuencia de una visión

liberada de palabras,

dulce contradicción 

entre el pasado y el presente,

fuente vigorosa

luz desde el fuego

al duro amor, dóciles  

manos puras, reconozco

el viento en los hilos de tu pelo,

y el rumor sin gracia en la ciudad

desierta, inmóvil, en mi tétricra cultura

de cautivo, no se disfraza 

la pobreza en moda.

Raudal de razón y desvarío,

aguacero para mi alma

que retoña hacia la inmensidad

con las caricias esenciales,

flujo de sol para mis labios,

eres el sostén de mi masa humana

en camino a la salida.









 




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