lunes, 5 de octubre de 2015

Corazón indomable


Es un halago que seas tú

la que comprende mejor mis versos.

De las quebradas que saboreo

arroyo, sereno distinto, 

yo no preferí excepto lo que amo,

tus árboles a la vera

en tus campos de entrada primavera.

Eres la persona que no interpreta 

códigos de barra, sino por el contrario

eres la lectora que he ejercitado,

colorida flor exótica conocedora

hasta de los frunces de mi poesía,

quiero regarte a pleno sol, en plena ciudad,

a la orilla del inmenso azul.

Desgasta con tus dedos de terrenal abundancia,

lo que la carne hace verbo, látido y sustancia,

como un ola y otra a la roca silenciosa,

me infiltro en la naturaleza que lleva tu forma,

átomo a átomo de candente poesía.

Hemos caminado por la noche

hasta conocer el corazón del hombre,

con la sagacidad de la mujer que lee,

lo irreconocible de la calle,

rojo mar, rojo frío, rojo gajo

color inseparable de tu elemento,

has concebido el crepúsculo junto 

a algún verso aunque sea uno solitario.

Aquella cita con lo imprevisible

hace que sirva todo lo recorrido,

lo escrito, lo estudiado e improvisado,

a pizcas húmedas, a cepas añejas,

me he ido extraviando en lo desconocido

hasta que tú reuniste nuestros pedazos 

de la travesía, de la tierra, del polvo,

de todas las hebras de luz que regresaron,

retornaste tarde o temprano,

de las semillas muertas,  floreciste

y en tu corazón me hiciste poeta,

cuando yo quería tan solo tu aura.

De toda la esperanza de mi pueblo

preferí tu corazón indomable. 

Si pidieras que defina la poesía: diría

eres tú al llegar la mañana.







    

   



1 comentario:

  1. Qué hermosura! Gracias por esa otra concepción de la belleza que no empalaga, de la ternura que nada tiene que ver con lo cursi... es un sentir que va más allá!

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