río fangoso
que aumentó su caudal
lavando laderas
de deforestados andes
con lluvia copiosa,
ni resigno, ni decepción,
arrastro en las entrañas
el fértil riego del cultivo
que alienta vida.
la sinergia y la inercia del viaje
no tiene quien lo frene
ni recodo, ni represa,
alguien en el remanso
quiere darse un baño,
mientras lavo la corteza
del marchito árbol
que aun en pie
en adversidad
un milagro espera,
sin ser torrentoso
mientras me vierto,
indispensable,
por el lecho
que siendo el mismo
me recibe comprensivo
y bajo por la pendiente,
por la planicie,
atravesando ciudades
sedientas al paso
y la fuerza me lleva
ni cauto, ni presuroso
pero certero
en esta cuenca occidental
hasta que seamos uno
en el encuentro con la mar
y en la inmensidad
vuela a comenzar