En este pedazo de tierra
pero también con graves contrariedades
el sol calienta desde temprano
las calles vacías, los grandes jardines,
el tren ya pasó
madrugador ribereño,
en la autopista conduce la muerte,
el rio hablador está mudo hasta el verano
lo poco corre desciende turbio, contaminado,
nos miramos a los ojos preguntándonos
el espejo no responde tal candidez,
contengo la respiración
con un nudo en la garganta
de esos que aprendí con los scouts
para sumergirme en el mar de los recuerdos
para alcanzar la depresión de las marianas
antes que ellas me alcancen.
Pienso en los hijos de todos
en el mio también, está a buen recaudo
quizás de mi y nadie más.
La vida se inicio en el mar
tal vez por la mañana o por la noche
o si fue en la tardecita
cuando el sol empezaba a caer por cansancio
de ver el rostro de este lado,
conservo fe por otro día,
salvo que me alcancen
las pesadillas de Einstein
a la mitad de la calle
cuando trato de huir
de las consecuencias de Fukushima.
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