viernes, 23 de agosto de 2013

Fukushima


En este pedazo de tierra

lejana de los grandes problemas

pero también con graves contrariedades

el sol calienta desde temprano

las calles vacías, los grandes jardines,

el tren ya pasó

madrugador ribereño,

en la autopista conduce la muerte,

el rio hablador está mudo hasta el verano

lo poco corre desciende turbio, contaminado,

nos miramos a los ojos preguntándonos

si lo que hacemos es correcto

el espejo no responde tal candidez,

contengo la respiración

con un nudo en la garganta

de esos que aprendí con los scouts

para sumergirme en el mar de los recuerdos

para alcanzar la depresión de las marianas

antes que ellas me alcancen.

Pienso en los hijos de todos

en el mio también, está a buen recaudo

quizás de mi y nadie más.

La vida se inicio en el mar

tal vez por la mañana o por la noche

o si fue en la tardecita

cuando el sol empezaba a caer por cansancio

de ver el rostro de este lado,

conservo fe por otro día,

salvo que me alcancen

las pesadillas de Einstein

a la mitad de la calle

cuando trato de huir


de las consecuencias de Fukushima. 

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