La guerra siempre ha sido la dama del
progreso,
el comercio de armas su servicial amante,
la muerte, sí la muerte, la ganadora,
la historia engaño afilado como espada
por gente interesada en ocultar
y reprimir la verdad.
No pienso en el destino
porque creo en mi,
no me doblego, como no lo hace la rosa
de los pocos que quedan,
y quedan pocos.
Vuelvo a creer en mí
hermano lobo, hermano halcón,
delfín surcando mares,
eucaliptos a la vera del camino,
cultivos que proveen,
soy hijo de la tierra con el cielo
estrellado
que necesita beber agua fresca
de la fuente de la memoria,
y persistir, y persistir,
no le temo a la muerte
no exagero mi propio valor,
porque soy hijo de la tierra
con
cielo estrellado.
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