Que me bese con el calor de sus versos
con los besos de su boca, con sus ojos
color miel y su mirar de instancia azucarada,
con sus caricias de alegre céfiro
de presencia y constancia.
Con la tenacidad de sus perfumes,
y la suavidad de su abundancia
con su contorno descarnado,
y el auxilio de su intimidad,
que me bese desde el ocaso
hasta inventar el amanecer,
con la facundia del compensar,
con el fervor de las manos en faena
el sudor
de su andar
y la rebeldía de su piel,
con el porte de su fábula
con todito su ser y
la sencillez de su estar,
que me bese con sus besos
facultativos e ineludibles
su naturaleza innegable
y su
ofrenda oportuna
un rato antes de la una,
con el riesgo y la fortuna,
el florecimiento y la libertad,
con las huellas tras el rebaño
y las mejillas de blancas rosas,
con templada
amistad
todos los días del año,
y el número, la siembra y la siega
la abreviatura y la puntuación
la tilde y el texto musical,
con ardor y en secreto,
y el verdor primaveral,
como los lirios entre los cardos
con el paradigma de la tolerancia sideral.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario