domingo, 5 de enero de 2014

En la ciudad del olvido


 


Entre manifestar disgusto instantáneo

Prefiero disimular el ultraje, ni tanto, ni siempre.

Conducirme por la senda de verdad me acarreó

más de un funesta mirada,  sinfín de maldiciones,

y resoluciones concisas de mi torpe ingenuidad

así como una raíz sólida que me mantiene en pie

y me libra de la aflicción, de la amargura,

del camino que parece bueno, de la nube que

pretende dejarme sin sol, ni lluvia, ni ciencia,

ni rock,  aquel que me empuja como un huracán

en la ciudad del olvido,  por más que muera

sigue viva mi confianza y espera,

soy parte del follaje que reverdece, que calla,

que guarda  secretos y cuida  su semilla,

que riega al árbol corregido de la vida

con la ordinariez de sus días y con los animales

que como él aún resisten en la primavera,

a pesar de inviernos y derivas.
    






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