Lo que hace diferente
el auge sombrío del amanecer,
es el recuerdo de tu ojos cielo
donde me escondí por la tarde
del lastimero silencio frío.
Sabes decirme lo que quiero,
y te llevas lo que coges
de mis labios y de mis ojos
que para ti los tengo abiertos,
cedo el paso a lo que viene
llegando desde el interior,
eliminame con tu gracia,
con el silencio de tu canto,
acaba con la ausencia resonante,
con las preocupaciones vanas,
y el arenal humano, también
con las marcas morales,
y hagamos rosas de hojarasca
como hacemos de nuestras miradas
la claridad de la tierra,
hagamosle señas de adios
a la partida de los miedos,
saber que te vuelves ave
en el saliente otoñal,
y en tu vuelo poema sin tregua,
ido de tantos otros lugares,
¿acaso ya arribaste
al acorde violeta, blanco, rojo,
que crece sobre el goteo
de la puerta de entrada
al soneto de prados
donde corren los olores?
el sol tenue empieza a mostrarse
y a mi se parece un tanto
recibo de tu pecho
latidos constantes,
luego que me contemplas
sabes bien lo que dejaste,
disposición y encanto,
recreémonos amando,
vamos a ver en tu guapura
como se resbala
lo que es agua pura
quiero aspirar el margen
de tu dulce barro,
que la del fuego crepitante
en el aspecto que me aloja.
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