Este blog es de poesía que me pertenece en su totalidad y comparto gratuitamente con todos los amantes de las letras
viernes, 3 de abril de 2015
Del cielo
Mis bronquios se dilatan
con el cielo diáfano de mi país
sobre una fuente otoñal.
Por las cumbres camino aún
alzado sobre el qhapac ñan,
bandada de algarabío con gritos
rojos y aleteos verdes,
preservando el pellejo curtido,
resistente al ocupador
y a sus monedas aumentadas
por mi sudor, sangre, muerte.
Saber que nazco de las hojas,
del aire al soplo de una clave rítmica,
entre las alegrías y el trigal maduro
entre las noches míseras
y el último grano de arroz,
redes vacías en manos llenas
de son latinoamericano,
zampoña inflada por el altiplano,
cajón de arena excitada
por el pacífico océano de la mirada,
torbellino de cuerpos en posición
de ataque para el baile de las rocas,
allá en el horizonte aquí en el matiz
del hierro oxidado,
corre la tierra por mis venas,
con sus piedras dispuestas
a dar cobijo a la historia,
corre, si corre, no te detengas,
hacia la intemperie azulina y clara,
interminables días atados
a una manta con habas tostadas
por el seco rocío de la cordillera.
Hay gestos en el rostro,
de esto cambiará mañana
como nieve pintada en algunos picos,
maestra vida te da y te quita
equilibrio de posesiones,
recuerdo de un ausente o de muchos
silencios acerados en las partes íntimas
de los meteoros que no se apagan,
metabólico encuentro con el destino,
pongo las manos dentro de las olas
insondables, tinajas sin agua,
y recojo la advertencia de mi padre.
Como un invidente retorno
al aroma de la secreción mortal.
El pistilo continúan en la flor,
como el sol en la libertad,
y los colores y el frío, la nube
las gotas que van haciendo charcos,
los charcos donde me hundiré,
o andaré sobre ellos,
alguien me esperaba
entre las cuerdas y partituras
con la dentadura incompleta
y la risa de cabo a rabo.
Mi alma espejo de albedrío.
Deja la tinta y el papel
a una agonía inmediatamente lejana,
vendedora de criaturas
que no se quieren vender,
chirimoyo completo de dulce blanco,
semillitas, almácigos, germinado
testamento cristalino,
en los brazos que lo aguardan,
fertilizante crepuscular natural.
Pocas veces o muchas da igual
en las calles que no existen
donde el viento sopla
las interminables caídas,
son únicamente son
los dolores, la soledad en una taza
con cereal y esta fiesta con el cosmos,
dibujando cada estrella, cada lucha,
cada nido de cada araña,
cada tela de cada ave,
cada sonido, cada respiro
del cielo mío son.
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