lunes, 10 de octubre de 2016

Amo



La tarde 
busca mis manos,
cebada que debe
aflorar, 
mi sangre
se alza
trenzando 
la tierra y el océano,
el aire, la confianza,
oigo la voz inocua
de los minutos que trinan
el colibrí de flor en flor
como el día,
manos sin culpa,
flor de la raíz que somos,
el calor intriga
mis huesos
con lapsos de sílex,
trozo a trazo
respiro el paisaje,
el muro, la higuera,
junto uno a uno
nuestros días templados,
los pongo sobre la mesa,
como el pan de la tarde,
de harina y mano
que levanta su aroma
como lo hace
la voz del silencio,
nadie puede callar 
nuestra alegría abierta
como tu mano derecha,
como mi mano izquierda,
que nos pone la vida 
en la boca,
las cosas vistas desde
siempre,
empeñada ternura,
donde pretenda
que la visión
guíe tu cuerpo inquieto,
con gusto citadino,
quizás allí la tarde
se encuentre con mi mano
y con mi bosque puro 
escriba, te amo. 










3 comentarios:

  1. Hermosa forma de escribir Alberto, cada poema tuyo es como si estuviera viviendo una escena de alguna novela .!!

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  2. Aida quizás sea la novela de algún poema vivido, gracias por comentar

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