Voy con la vida,
con la que voy a vivir
y vengo viviendo
tarareando, trashumante,
entre la vid y el aguacero
tronando los dedos del cielo,
bajo la voz de los vientos,
suavidad geológica,
tranquilidad inocente.
Fui reuniendo mi voz
con la tierra, con la espiga,
áurea por el sol que nos nace.
como voy, vengo
reunido con la libertad
de ponerme de puntillas,
para alcanzarte de mis labios,
lo preferible de los hombres,
una que otra palabra
entre largos silencios.
La muerte con la que se va a morir,
con la que vamos muriendo,
yo ingresé a la morada
pasada la hora del cansancio,
para mirarte tanto
sabiéndote excelsa,
minuciosa claridad
la que se muestra,
como si fueramos a perecer
juntos sin censura,
en nuestros ojos humildes.
Comeremos si es preciso,
de los fuertes abrazos,
como compañeros frente
al tornasolado oceano,
que repica el vértigo del mundo.