sábado, 7 de marzo de 2015

Mujer


Soltada del cielo

para ser fruto, vino, pan, 

aurora, primavera,

lo que aflora en tierra,

incorporado, raíz, 

líquido, amaneceres,


permanece, nace y crece, 

un domingo, un lunes

un día cualquiera

sencillamente prendándonos.

Voy y vuelvo como péndulo,

de aquí para allá

del concepto a las evidencias,

dentro de aleteos plateados

o brazos de mujer u hoguera

donde se quema el miedo,

hasta ser únicamente ella

diseñando a cada instante

un nuevo cosmos en manos,

en caderas, en huellas frescas   

con las que se indaga el planeta

para sentir el meridiano de su mirada.

Averiguo los secretos de la vida,

ella, en ella misma, 

es de por sí energía,

pueda que yo sea la masa

cubierto por un traje de arena,

que el viento va haciendo duna 

de aquí para allá.

En cambio usted compañera, 

cada una de sus letras

son manantial sereno de los glaciales,

haciendo cuencas tropicales

que se vierten en la dureza

del verbo acerado.

Con su amor inmenso

usted mujer enseña al hombre

como empezar de nuevo,

entre  madreselvas de cariños

y roces de piedra mojada

 que nos ponen

en la dimesión paralela,

donde todo huele 
 
y sabe a pura mujer

aroma y sabor de la creación,

defiéndame en su parapeto

con sus cuidados nocturnos,

mujer soltada del cielo. 









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