
Ya era deseo, ya lo era.
Evoco el big bang.
La gran explosión me alcanzó
un lunes por la tarde
y propagó por el tiempo,
esferas, giros, cambios,
sustancias viajeras.
El regocijo se hizo carne,
y la carne un rostro, una sonrisa
que no pertenece a este mundo,

cometas ahondándose en el ser.
De añil a azul claro,
va amaneciendo
entre la cordillera del este,
y los párpados que descubren
a los efervescentes espejos
de las constelaciones derretidas,
flor sideral ingiriendo sus entrañas,
la vida libera su aroma a la aurora
sembrando destellos en el frente,
Sus manos eternas,
emprendedoras, incansables,
corren por el valle
que se abre paso
desde la colina de Venus,
lucero de la mañana,
hasta el mismo centro de la galaxia,
acuciosas, libres,
suprimiendo el sol.,
suspendiendo la luna,
tordos planeando en el vacio
sobre un firmamento de trinos.
que no encuentro símil?
solo delirio y calma,
y en la mas absoluta penumbra
luz y camino, travesía
extendiéndose en la amplitud.
¿Cómo se amasaron sus pechos
para ser hogaza de soya
con un par de cerezos en la cima?
¿es ahí donde se hicieron los besos,
que me reintegraron el cielo?
¿Desde qué nebulosa
peregrinaron sus caderas, sus pasos
que sujetan su talle cósmico
hacia los dedos neutrinos,
que adoptan la maravillosa figura
del resto del universo?
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