Devuelto a la tranquilidad
de unos violines barrocos,
me encuentro en cada pretexto
áspero y resonante del viento,
como en el secreto encubierto
de las ágiles polillas nocturnas,
en algún despiste y
otra tos ávida,
en una guitarra que yace de jazz,
en unas paredes que delinean mis ojos
en dirección al interior intrínseco,
al sostén de un hondo sueño,
que aun no emerge, pero está ahí,
en la rama esperando serlo,
a la pregunta que de tener respuesta
nadie querría decirla, aunque la sientan,
¿quién dime, quién te inició
en el coincidente itinerario
que te llevó a mí?
¿fue el último vagón
del tren de la vida o
el pitazo final del arbitrario?
¿fue el mismo amanecer,
abiertos y apurados,
las mariposas con gotas de rocío,
los besos que esperaban darse?
¿cómo fue que aprendiste
a usar el verbo que te acercó
a la necesidad de palparme?
¿dime, que parte del pasado
te impulsó a mi presente
e hizo posible que se humedecieran
las letras que nos adhieren?
¿Dime, la única respuesta
¿fuiste tu o yo el que
enrumbó hacia el otro
o los dos esperanzados o
ninguna de las anteriores?
¿qué brújula, qué programador
de GPS te indicó mi ventana?
¿cómo nos procuramos
el gusto de las bocas,
cómo y por qué es que nos queremos?
hasta las aberturas de la afonía
hasta que no exista ni noche ni día
manzana y piel como ninguna canción
en ninguna almohada, en ninguna cama.
¿qué fuerza de la naturaleza nos
puso frente a frente, a uno del otro?
¿cómo es que no optamos pero sí elegimos?
Un poema tan nostalgico como hermoso.!!
ResponderBorrarSigo y seguiré estando orgullosa de ti, de tu forma única de escribir. Los sueños a veces quedan colgaditos del jacaranda, de tu guitarra o de mi cintura.
ResponderBorrarTrato Beto... trato...