
Me descubriste con tus ojos
y en esas pupilas oceánicas
me animé a enrumbar a ese yo
que como espejo reflejabas,
nunca tan cerca como adentro,
nunca tan lejos lodo áureo,
en mi prudencia te presiento a gritos,
concepto de conceptos
claridad cernida, silencios,
el mismo aroma intenso, penetrante,
de cuando en vez un ave titilante,
destreza- avizora, agua- tierra

hay una vida para que no tardes,
aunque pueda que sean miles
de gotas de parafina rojo otoñal.
En esta vida es que nos localizamos.
No olvides las ofrendas del universo
violín de prado volador,
en tus palabras se dan nuevos mundos,
y en la piel de tus manos se calienta
el firmamento, matorral de aguaymanto,
de todos los defectos que hallo
que cuentes conmigo sobresale,
y el próximo improvisar,
aquí en este escueto palpitar
estás como jamás y como siempre,
al lado, arriba, abajo no interesa,
estás como jamás y como siempre.
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