domingo, 29 de diciembre de 2013

Desafíos curtidores





Digamos que los peces regresan al mar,

sin amistar con el oleaje radioactivo entregado

con la exactitud del sol naciente.

Digamos que el deseo de prosperidad va condimentado

con una perspectiva que no existe,  ni existirá

en el compás del presente indicativo.

¿Es que llego al destino?
de la manera  (X2 +XY- Y2), sin arrastrar enfados,

con memoria desentrañada con amonal y tiempo,

con el paso con que nos acercamos

con la probabilidad de quien prevé,  

con la prédica que se practica,

es que llego formateado por los dedos

que se expresan en el silencio cadencioso

de los vientos que soplan con frescura sureña

que a ratos nos traen nubes ionizadas, copiosas,

con interposición, con cometido, con tus ojos ávidos.

Digamos que lo que tengo que decir es preciso,

alcanzo al futuro reconciliado con tu mirada

que me busca tímidamente en la solemnidad

de la fiesta de la frialdad mermada,

y con los incontables desafíos curtidores,

con los andenes de los propósitos encendidos,

con la vetusta mortaja de los sueños,

con la madura distancia de la contigüidad,

con los rubores de la desnudez de los cuerpos,

con tanto y cuanto menos,

con la aguda travesura  de los encantos,

con el Gloria de Haendel,

con el surrealismo de los maniquíes,

con la chicha de jora,

y la prosa de los profetas,

con las felicidades y desventuras,

con mi sombra reflejada en la tierra.

Me reconcilio con mi boca

que no tiene razón y con mi inocencia

que me declarará culpable,

aquí estoy, aquí he llegado

con mis ojos humanos,  mis días,

mi  saborear y mis vacilaciones.






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