Son las cinco de la tarde
de un día con una lluvia cualquiera,
un caudaloso río de vehículos y multitud
corre imparable entre nosotros,
la acera embarra mis pasos
o simplemente me diluyo.
con escasas palabras,
con la ineptitud y el desbarajuste
de intuirme libre o liberto o ambos
mi propia y delirante tragedia.
La poesía llama sin rostro ni mano,
como fue que llegó,
a que hora y de donde,
pero ahí esta incesante
componiendo, traduciendo
sola y en compañía,
desde una calle desde un día,
desde una simpleza prudente
hasta un sabio bosquejo,
estrellas parlantes, palpitantes
príncipes de hiervas y contiendas
corazón sin nudos ni dudas,
por fin algo bueno pasaba
la fantasía me tomo por asalto
tal cual es, tal como es
para
llevarme a la realidad
tal y como deseo que sea,
en ese rincón vale más
lo que no vale en la tierra,
las letras se juntan,
soy un buscador de palabras
que puedan cifrar lo que llevo dentro,
y si
no fueran suficientes
las tendré
que hacer sin llegar
Para mirarme libre es preciso antes
cerrar los ojos y que fluya,
sin repeticiones.
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