Siempre la felicidad nos aguarda
en un inesperado lugar
a veces en tus manos o en las mías
en ese lugar donde no se cuecen habas
y son raíces con barro y confianza,
también herramientas y granero,
enséñame minuciosamente tu infancia
quiero oler los campos resecos
y enfriarme en los fogones
de piedras ancestrales
cariño y abundante esfuerzo
lo que puede del suelo.
Incertidumbre incómoda
certezas absurdas
¿hay que saber aguantar?
hasta que florecieron tus señales
como canto quemado
en balcones desnudos y prudentes,
mis palabras no se disfrazan
porque rompen el silencio azul
de una calle con miedos y sin refugios
mas que tus piernas donde negarme
escribiendo este lienzo de voces
y verdades vetustas y proscritas,
tu tez dorada de mineral integro y
tus manos que levantaron
el maná de la arena.
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