Desde cuándo ambas se conocen
la greda y tus lágrimas que la mojan,
desde cuándo llenas los mares
e hidratas la masa de los panes
humedeces los helechos
y las raíces beben tu sustancia,
desde cuándo tu tristeza es solo tuya
para cerrarme la ventana
y sentirme de madera,
cuando yo vuelo por tus ojos
a cada confín donde corres
dejando estela,
desde cuándo mis abrazos
no te aprietan con ternura
y mis oídos no escuchan de tu alma
que se desmenuza al roce con el tiempo,
sé que vives y eso me basta
para vibrar como tu octava más grave
a más aguda o como quieras
inclusive sola donde nadie te viera,
solo para no herirte
yo te amaré en reserva
una mano, una copiosa lluvia
o solo unas gotas de esperanza
como el aroma distante,
rozaré tu cabello en oración
en verbo y predicado, en ilusión
esta ruta taciturna seguirá alegrándose
cuando vea tu paso tras paso
aunque hoy te toque mojar la calle.
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