Libertad, fue mi constante deseo
caballito de totora abrázate a la mar
conmigo de jinete y surquemos
las semillas germinadas en el asteroide
de los sueños crepusculares
de una mujer desconocida que me exalta
y se exalta, que, siendo igual, es distinta a cada
instante y dibuja en su rostro compañía.
Estoy hecho en las moradas escuetas
con los amores sureños y los besos de légamo
donde nunca faltan protestas ni promesas
y así me piensas soberana de mi grano
de mi cosecha con tus manos de cristal.
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