coautora
Ana Salazar
soberano de mi propio silencio
dichas al oído de ninguno,
vas por las montañas
como sopla el viento,
voy en la nube que acopia
los sudores marinos
en corrientes ascendentes
para empañar el cristal con tu aliento
y tener tus labios, como tú mi frescura
descendamos al abismo de cascadas
en la nave de cáscaras y nueces
hasta anclar en el profundo corazón andino,
sureño, costero, que cae sobre tu cuerpo
como las velas de mi alma para ser
Eolo me arrastra a tus brazos
huracanes de copos de miel y avena
fresas, ciruela, chirimoyas,
lo amargo al final dulce sabe,
donde tus besos no son quimera
mis solitarias noches frescas y serenas
cuantas locuras hice y no termino de hacer
caminos de batallador incansable
manos resplandecientes exacerbadas y
purificadas entre paredes de ladrillos rojos
ay Artemisa te robé la luna para ella
como el buen ladrón un pedazo de cielo
que ni pude entender la locura o sensatez
no habrá perdón ni importa,
se que arderé bienaventurado en su hoguera.
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