Caminito de apretada luz
y de algunos escalofríos
con pinceladas del viento
en tus cabellos partidos,
que nunca se va ahogar el sol,
por lo menos no esta tarde
y no en el mar.
Aves de paso y caballos alados
siempre inventando despedidas
tristes, desde algún puerto
y el dolor un remedio,
al doblar el vértice
pueda que me doble yo también,
pero no será de ninguna manera
el primer pliegue o uno mas.
En torno a los ojos una expectativa
cincelada por las manos del cavernícola
que asoma a la puerta del universo,
con él el frío del instante previo
con el que se levanta o se acuesta.
Para mi sed no hay agua ni fundamento,
solo unos ojos preciosos que saben perseverar
tan bien como preservar su esencia,
como atender su guarida sin que se despeñe,
patio de los romeros, laureles y parrales
de pan casero y de madre
déjame probar tu aliento de niña
tus vivaces dedos que indagan todo.
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