Con los vericuetos del aire
rechina el amanecer desafinado
áspero y rítmico.
Sobre esta fracción de los andes
va atisbando el astro
con sus ojos de helio,
contempla el jazmín
huele mis años
de roces y ficciones
de una vez para siempre,
conferidas y acogidas.
El gesto figura un dulce enfado,
el fuego sucedió a la piedra
soy un par de platos que lavar,
un vistazo por la venta,
una mirada a cada lado,
las flores no dejan
a las puntuales abejas,
ni las dudas recuperan
del pasado sin futuro.
soy quien en su silencio ama.
No soy la voz de los escrúpulos,
y a veces llora, ríe, antoja,
soy el sueño que remonta
soy infante veterano,
la soledad va de mi mano,
el desenlace, la memoria,
la pena, el silencio.
La necesidad, la discordia
son retoños en mi cuerpo,
irrumpo, salgo vivo,
me las juego, no volteo
soy el dueño, el esclavo,
doy la vida y el alma
al desengaño,
soy prudente y demente,
me marcho a mi anhelo,
soy el dueño de lo roto
del descuido, el alboroto,
de los trozos de mi meditar.
Como siempre, hermosos y metafóricos versos que nos hacen pensar. Precioso final. Gracias.
ResponderBorrarAna María gracias por tus comentarios y tu novísima presencia bienvenida
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