De todas las estrellas contempladas,
en el tiempo, en el espacio
esferas díafanas, caladas,
serpenteantes, desiguales,
registrada en el tacto
recibido y dado,
preferí a la que amaba,
la de la grada intocable,
la del cuerpo unitario
directriz de su viaje,
surcadora del oleaje,
en ella hay un silencio
coincidente,
y un latido audible
explorable,
de todos los presentes de la tierra
me decidí por su corazón bravío.
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