Esta mañana, este medio día,
la mesa servida, la fruta escogida,
la ley de atracción
de los polos opuestos,
aquella nostalgia se queda sentada
y me da un vistazo con sus ojos castaños,
aquellas arruga de una sonrisa vascongada,
mientras sea por reír, no incomodan las rayas,
el beso inmenso que viene de tu pequeña boca,
¿a donde me llevan las calles con sus nadería
y mis pasos al sol como un depurado?
huele el tomate y la pulpa sudada.
Esta manera de saberme,
de aceptar que soy parte de las chuchería,
otra sonrisa desmenuza la alegría,
un otoño varios versos
mis manos de primavera
donde aprendí a leer todos los signos,
la que le sacó acordes a la guitarra gitana,
la que sabe pararse en un escenario
y decir lo indispensable bello,
ese canto por interno de aleluyas,
aquel encuentro de entusiasmos,
las señales que no dejan tus pasos,
el amor en los tiempos del ebola,
lo dije, ves lo dije, no hay que dejar de decirlo,
este día vino conmigo y se irá mientras duermo.
Me encanta esa búsqueda profunda a partir de lo cotidiano. La complejidad de lo simple. Ese casi humor, ese casi dolor; lo incontenible de lo trascendental, aunque sólo tú lo percibas.
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