Soy, como el hombre

que al ver la humareda
se intuye lumbre,
cuece, abriga, tuesta,
ahuma, calienta,
y se asume ceniza,

que al verse en tus ojos
se acepta humano,
como el universo
aunque prójimo,

y muere naciendo,
entre tanto agoniza
en la aridez sin recuerdos
ni olvidos, ni simulacros.

Hasta que corto la oscuridad
con el filo del que remonto,
soy, como la criatura
que por fin se sabe soberano,
del aligerar, del levántate,
sopla con el infinito y conmigo,
migra polen con el viento
al huerto lejano

de jirones y eguzkilores,
aprecia animado
el amarillo azul firmamento,
y ama, ama hasta la saturación.
hasta la suturación,
hasta ver en la gota del rocío
la fiesta de la poesía.
