De tus ojos hurgadores en el follaje
es imposible tomar distancia,
como de tus manos indagadoras
que recorren palmo a palmo
Desde el balconcito cósmico,
donde no preciso estar sentado,
mi trivialidad es forastera
cuando tus suspiros riegan
al árbol cosido por la descarga blanca,
que baja desde el firmamento
para lanzarse de tu boca hacia el universo,
me provocas una aleación de colores
en una progresión inacabable,
ya no es de uno u otro,
es de ambos segar lo que hay.
Tu belleza es como el glaciar
que en su deshielo alcanza
y todas las criaturas se detienen a contemplar
como es que ahí no falta nada,
amor, tu talle afilado, ha disuelto
la oscuridad, el temor, el mañana,
y la miel de mi efímera mirada.
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