Con que sutileza esta mujer
ciñe su tiempo y en él respira,
despide aromas a tierra y flores
humedecidas por la lluvia de verano,
o quizas a un ápice de luna sobre el prado.
Nos miramos y en sus ojitos
el cosmos se expande,
hacemos un sola hostia
de hebra y energía inagotable,
las oscuridades se cogen de las manos
y nos dejan solos,
como seres reales de hogaza, de agua
de racimo dorado por el mismo sol
que abandona la cama.
En cada instante germina otro instante
y son gradas por donde ella asciende,
con gestos y silencios que hablan,
que dicen, que aman, que dan,
que entiedo, aprendo, liberan.
Sin dificultad nazco,
y su hacer nos alumbra.
Enterga y comunión de almas!! belleza Beto.
ResponderBorrarExcelente escrito e ilustración.
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