No es el momento de rebatirme
ni de poner palabras insulsas en mis labios,
ni hacer comparaciones aleatorias.
Sucede que desnuda no hay como ella
donde encontrar mas claridad,
inocente como su palma izquierda,
tersa, geológica, abierta, espontánea,
que se atreve con alegría
a entregar cariño, como lo haces ella,
no hay ni ha habido trabajo mas fino,
rotunda, traslúcida, delineada,
bulevar de piña con quien amanecer,
que ama mas las mañanas que el ayer,
calzadita de melones, con pan y leche,
no hay otra con su despertar,
ni con esa manera maravillosa de amar,
enredada con la luna y las estrellas
de cualquier firmamento cercano,
de otro espacio arcano,
desnuda, impresionante rosa blanca,
como las horas tempranas del verano,
como las frescas noches
cuando se extinguen las lámparas
y te cubres, te deshojas, hasta volver
a ser la claridad que descubro.