En ti la tierra madura
hacia los cielos de mandarinas,
en el sonido de tu nombre se aclara
la mas profunda ignorancia,
con viajeros eternos, enteros
abrazados por abundancia de lumbre
recién desbordada de tus manos libres,
de tus entrañas fluye el agua del arroyo
que se vierte en mi canto, en mi centro,
en el latido del universo añil navegante.
Estamos vivos bajo una enredadera de jazmín
intentando existir en palabras, figuras, música
cuando ya somos irremediablemente
amor para amar, en el polvo que aveces corre
con el viento en contra.
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