Puedo decir que recorrí
el Mall con bemoles,
como si fuese el desierto de Nazca
sin lineas paralelas, ni araña, ni mono,
sin precinto de seguridad
ni casco protector u otra garantía.
De idas y vueltas en un solo sentido
como naufrago al centro del mar muerto
por el dispendio y la vorágine.
A pesar de esto me queda un poco de razón,
el lenguaje en el que pienso y escribo,
claro está que me templa y recrea
entre otras cosas intercambiar miradas,
con quechuas aimaras hispanos
gringos cholos todos por igual
ansiosos por llevarse un poco de ilusión
como verdad,
para el monta carga sideral
que está mas que dispuesto
a echarme de los pasadizos y escondrijos
donde se vende cero y todo en oferta,
entre llovizna invernal y el smog de los vaticinios.
de manera alguna se incline
en la puerta de la apatía comercial,
o que afiance sus ojos asfixiantes
en las manos gastadas o por pagarse
un piropo a si mismo,
aquí nadie entiende
la felicidad de las plantas,
ni se sienta al borde de la noche
para ver centellar a las estrellas,
o a la orilla del torrente
para escuchar al ruiseñor,
mucho menos al canto del silencio
para hablar con el amor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario