Cómo no nombrarte, si es tuyo
hasta el secreto de mi voz,
aquel que me hace
bienaventurado en tono vivaz,
en lectura silenciosa.
Te llamaría para oir mi propia voz
solo si me oyeras para oirnos
a ti me dirijo, escuchándome
con cierto contento, por el primer
y simple suspiro de mí,
miradita de café silencioso,
que transita estas lineas
en el tren para la capital,
con sus pies de niña colorida,
que atesora escaparse
de los pixeles y el teclado,
para escabullirse detras
de una desconcertante mezcla
de sencillez y oportunidad
para no conversar a solas,
ni hacer uso abundante
de la economía de palabras.
Según el rumbo que quieras
en el tren, en las lineas, en el coloquio,
vas poniedo inmediato
ese cutis que me reivindica,
si deseas decir algo dilo
te esperaba querida, yo, y
el asunto que no nos quita el sueño
sino, nos lo devuelve despiertos
ven di algo, demuestra de qué estás
bien constituida, haz que tus gestos
se dibujen en estas lineas
para escucharnos se precisan,
y luego si hay tiempo
vamos por los frutales del jardín interno.
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