Encuéntrame en la vida
aunque tengas que mirar al cielo
con esos ojos vastos y elocuentes,
para amar ese poco de superficie
planetaria que somos,
ese vuelo de palomas,
internándose en un manzano florido,

ese chispazo de colibrí
que bebe del néctar añil
sin detenerse un solo instante,
revuelto, colorido lienzo de alevillas.
el antes y el despues no importa,
localizame en la vida.
Encuéntrame en la sustancia
aunque tengas que cruzar,
el portal de las primeras horas
de las últimas tardes otoñales
con luz tibía chaclacaína,
para desnudar el corazón noctámbulo
en el centro del océano.
Encuéntrame en las metáforas,
que son de carne y hueso, que sienten,
que ríen, encuéntrame en el dolor
que no mata pero duele,
y en el asiento de atrás
del coche que conduces,
sí nos contemplamos sabemos
que va a pasar, otro norte no tengo,
mas que aumentar las estrellas
en el firmamento de tu espalda,

encuéntrame en la calle del aliento
en los ojos amplios de luz
donde el universo concentró la palabra,
en un blues del Mississippi,
en una pollera altiplánica
en los pies de los caminos arenosos,
en la piel experta en resistir el sol
y en las manos dichosas de la niña
tejedora de hualhuas, encuéntrame en tí
cuando abres la ventana y agradeces.
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