
Ella, como sirena
guarda siempre un reflejo
que la lleva hacia el agua.
En el inaudible uso, marcha.
No sé si mas vale empedrar caminos,
o hacer flores de porcelana.
Variaciones diminutas e incansables
cubren su forma sensible,
la esperanza edificó su hogar en ella,
y la greda confió en hacerla elegida,

un centella de luz trepan
desde sus pasos umbral,
hacia una mañana en el medio sueño
de una rudimentaria noche,
volvió uno a uno a ser los días,
a ser tal vez solo una hora,
aunque concretamente,
es quien es, vid amada por la tierra,
abrazadora alegría, fuente de mi sed,
sus colores cambian al ritmo de las olas,
turbada ante la continua destrucción

de lo creado, ella equivale a un perenne
lujo de la creación.
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