Bajo la luna quinta
florece fucsia el mirto,
la mazamorra morada
se insinúa con piña, clavo y canela
más fresca que la noche
más suave que los murmullos
frunce su rigor el silencio
con trinos y barítonos
y algunos suspiros
a la mitad del recinto,
esa mirada sube por las paredes
me detengo en los muslos
contusos de moderación,
entre los convidados de piedra
con libros en las manos
la luna vino a la forja
en una duada mirada
por una anfibia vereda
para sentir que la amaba.
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