sábado, 24 de mayo de 2014

Flexiones








La soledad se incrementa

a razón de la dimensión de la entrega.

Qué suerte vivir confiado.

Deleitante olor a flora humedecida,

a tierra dada a humus y savia.

Perpetuidad con fecha de vencimiento.

La alianza suscita distintas resonancias

en cada sustancia, en cada tejido,

en cada árbol, la percutiente sonoridad

de la copa barrida. Suerte, el caminar

por este mayo sin criterio, ni prejuicio,

limpio los pulmones

de inhalaciones metafísicas,

como la mente de informantes

abstractos en forma

y danzantes en anhelos. 

El agua atomizada

desde el ras del césped,

desde el pavimento,

desde los pies  hacia lo alto,

hacia el sol llevado

al universo de la simbiosis.

Alguna vez se hacía

un gran silencio sobre la tierra,

qué fortuna haber llegado

hasta esta catarata del tiempo

sin espera de otro momento

para regresar al mundo,

al gran centro de operaciones

donde todos son comidos por todos,

ante mí  el fruto del guayabo

dentro de la unidad de lo fluido.

Otro es la pompa del pavo real,

de la cacatúa, de la mirada incapaz

de entender y percibir siquiera

la realidad de su misma presencia.


  




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