El ritmo de mis palabras aprietan
como la sed en las gargantas áridas,
pienso en ti. La distancia
es de damasco y amarillo
deslumbrante, me siento
como devuelto a mí mismo,
madurado en ti velozmente,
conmigo remontas las montañas,
nos sorben esplendorosas ternuras.
En la intimidad de un insólito espacio
muchas cosas ensucian mi recuerdo,
quizás la única igualdad entre
todos y mi yo más cierto
es nuestra naturaleza muerta.
Escribo en la claridad que nos alumbra
desde mi prisión de transeúnte,
una cita en el alba de tu iris
alborozos y alborotados.
Según el color de los siglos
cambia el mito de carácter,
promisión de la tierra ¿te habrás ido
para siempre?, entre los hombres
tótem y teólogos.
En el horizonte se dibujan
formas raras
con alvéolos a los costados,
petroglifos en la orilla,
no ingresa el agua salada de mar
y el agua dulce se sala.
Piensa en ti tu poeta,
y en lo que tu mano lleva
a veces, vehementes años
y otras un trozo de pan
para el camino.
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