Ya no es secreta la relación
entre los colores de mi rostro
y las luces del crepúsculo,
entre la Florescencia repentina y
la manzana agusanada con la serpiente
inmovilizada en pleno impulso por morder,
entre los abalorios y pendientes tornasolados
y el sabor del retoño de las hojas rosadas
de suavidad tan igual a la piel humana.
Ya no son recónditos los vínculos entre
esta madera que me pertenece,
progenitora de todos los árboles.
domicilio en sus raíces, me recuesto
en sus ramas, me asombro del
astro empedernido, ya no opino,
estar es lo principal y fundamental,
vivo el día pensando en lo gratificante
que significaba su mirar, un baño de agua
fresca,
abrigo que se aproxima con el ulular del
anochecer,
el rebrote de un azahar, la mujer que llega,
me entrego a su aliento como me doy al
viento,
ya no continúo buscando una razón para
vivir
porque ella misma es una muy propia,
repentina multiplicación de pigmentos
titilante estrella de las más bellas.
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